Los primeros años de la vida de un niño son determinantes para su completo desarrollo. En ocasiones, no prestamos demasiada atención a las etapas más tempranas del crecimiento y perdemos la ocasión de estimular las capacidades de nuestros hijos desde sus primeros meses. Para evitarlo, actividades como la natación pueden convertirse en un poderoso aliado. ¿Sabes por qué?
A priori, podrías pensar que la piscina no es el lugar ideal para un bebé. Los más pequeños no desarrollan su capacidad para nadar hasta pasados algunos años, así que el agua se convierte en un entorno peligroso para ellos. Sin embargo, con la dirección adecuada, el baño puede llegar a jugar un papel clave en el crecimiento de tu hijo, incidiendo en aspectos como su desarrollo emocional. La piscina se puede convertir en un entorno nuevo que ambos compartiréis y podréis disfrutar: el ambiente relajado del agua servirá para relajar a tu pequeño y acercarlo más a ti de un modo seguro. Con las actividades acuáticas se refuerzan los lazos de confianza entre padres e hijos, además de potenciar la complicidad y los lazos afectivos entre ambos. Y no solo mejorará su relación contigo, sino con el resto de personas: el contacto con otros niños de su edad y en su misma situación le vendrá bien para sus futuras relaciones afectivas.
Pero la natación para bebés tiene además poderosos efectos sobre su desarrollo físico. Se trata de su primera experiencia deportiva y le hará ejercitar sus músculos y su coordinación. Como consecuencia, sus habilidades psicomotrices y su sistema cardiovascular se verán altamente beneficiados. Tu bebe aún no sabe andar y un entorno como el acuático hará que pueda moverse con mayor libertad y facilidad, mejorando su capacidad para percibir el espacio y desplazarse por él. Servirá también para potenciar su capacidad pulmonar, hecho que repercutirá positivamente en su habilidad para el habla.
La natación es beneficiosa para el crecimiento cognitivo. Una experiencia estimulante como el baño hará que tu hijo tenga los ojos más abiertos y sea más consciente del entorno que le rodea. Servirá para desarrollar el cerebro y la inteligencia de tu pequeño. Además, en el futuro aprender a nadar será pan comido.
¿Cómo hacerlo de una manera correcta? Sencillo: con sentido común. Busca una piscina que te garantice una experiencia tranquila y relajante. Nada de ruidos o piscinas masificadas. Mejor iniciar a tu bebe en esto de la natación de la mano de un monitor especializado que te marque los ejercicios más beneficios para su desarrollo y con los materiales adecuados. Una buena opción es apuntarse a clases de natación específicas con otros padres en una piscina dedicada especialmente a los más pequeños. ¡El agua os espera!