Oír la palabra vacaciones puede hacer que muchos padres se echen a temblar. La rutina es una aliada fundamental para el desarrollo de cualquier pequeño y la época estival hace que nuestros hijos se descontrolen y se salten todas las normas impuestas durante el año. Horarios descontrolados, comidas a destiempo, juegos perpetuos, etc. Los niños disfrutan al máximo del verano y eso hace que haya que prestar especial atención para que no pierdan las buenas costumbres. ¿La mejor actitud? Relájate tanto como ellos y sé flexible, pero con cabeza.
Uno de los grandes retos a los que se enfrentan los padres con hijos ociosos es la inactividad. Los pequeños están acostumbrados a ocupar todas sus mañanas durante el curso escolar y la temporada de vacaciones hacen que sus días se queden completamente libres. Ante el riesgo de que permanezcan sentados frente a su canal de televisión favorito durante horas, un consejo: proponle actividades. Los meses estivales traen consigo numerosos campamentos, escuelas de verano o actividades deportivas. Lo primero que debes pensar es qué quiere hacer tu hijo: son sus vacaciones y merece disfrutar un tiempo de descanso tras el esfuerzo del curso. Consensua una solución con él y permítele hacer lo que prefiera. Tenis, natación, inglés o vela. Haz que disfrute mientras sigue cultivando hábitos de vida saludable.
La cuestión de los horarios es otro de los grandes problemas estivales. Este es uno de los terrenos en los que podréis ser más comprensivos. Lo único importante: tu hijo necesita dormir al menos ocho horas cada noche. En los meses de verano no importa tanto la hora a la que se acuesten o a la que se levanten. Siempre y cuando descansen cuerpo y mente el tiempo necesario, podréis dejarles más libertad.
¿Qué pasa con la comida? Cuidado con este aspecto. Comer fuera de casa, las tardes en la playa o la inactividad pueden pasar factura a sus hábitos. Es este terreno no es conveniente hacer grandes cambios, ya que la salud no se va de vacaciones. No está mal ser más flexible y dejarle comer más dulces o golosinas, pero el verano también es la época perfecta para inculcarle el amor por la fruta y la verdura. Melón, sandía, gazpacho o ensaladas serán tus grandes aliados. Las altas temperaturas harán que se deshidrate, así que debes asegurarte de que ingiera líquidos aun cuando no tenga sed. En cuanto a los helados, déjale comer los que más le gusten, pero con precaución (mejor los elaborados con un base de leche que los polos repletos de colorante).
Dedícales tiempo. No dejes que se aburran y, ahora que tienes más momentos libres, aprovéchalo. Céntrate en ellos: crecen rápido y durante el año tendrás menos tiempo para compartir con tus hijos. En definitiva, el verano se presenta difícil, pero con sentido común y filosofía, conseguirás que ambos disfrutéis de una de las mejores épocas del año.