Los bebés recién nacidos duermen bastante (unas 18 horas diarias de media). Sin embargo, su sueño se distribuye a lo largo del día en pequeñas cabezadas. Esta reacción responde a un instinto natural de supervivencia, y es que el bebé necesita alimentarse varias veces al día con pequeñas dosis de leche materna.
No obstante, el ritmo de vida diario nos exige descansar de forma uniforme y contar con un horario estable, motivo por el cual los padres necesitan, en la medida de lo posible, que los bebés duerman por la noche todo el tiempo posible. Además de contar con cunitas adecuadas para la edad del bebé, es muy recomendable seguir una serie de consejos para conseguir hábitos de sueño regulares en los pequeños.
Uno de los hábitos que mejor sirven para acomodar el sueño del bebé es ponerlo en la cuna cuando esté adormilado, sin esperar a que esté totalmente dormido. De esta forma los bebés suelen acostumbrarse a dormirse solos y más rápido. Un buen indicativo de que el bebé está a punto de dormirse es observar que mueve sus brazos y piernas más despacio, y si está tomando el pecho, empezará a succionar con menos fuerza. Esperar a que el bebé esté dormido puede implicar el riesgo de que se despierte mientras se le acomoda en la cuna, además de que le costará más aprender a dormir solo.
En cualquier caso, siempre es bueno contar con minicunas para bebés menores de 6 u 8 meses (dependiendo del modelo). Las minicunas son más pequeñas que las cunas normales y son especialmente prácticas ya que te permiten tener a tu bebé más cerca mientras haces la comida, organizas la casa, realizas cualquier tarea doméstica o te tomas un rato de relax con tu pareja en el sofá. En las tiendas de bebés encontrarás un amplio surtido de minicunas, moisés y cunas normales para favorecer el descanso de tu bebé.
Aunque resulte complicado, sobre todo para los padres primerizos, a la hora de dormir es importante no establecer contacto visual con el bebé. Los bebés se estimulan con facilidad, y una de las formas más fáciles y rápidas de activarles es mirarles fijamente a los ojos.
Por supuesto, contemplar cómo se duerme tu bebé es una de las escenas más maravillosas que puedes disfrutar. Pero si empieza a dormirse (y realmente necesitáis descansar ambos), intenta no mirarle directamente a los ojos ya que de lo contrario puedes hacer que salga de la zona del sueño sin querer. Para favorecer su sueño, evita este contacto visual, acaríciale la espalda y háblale de forma muy suave y tranquila hasta que su relajación sea total y se duerma.
Muchos bebés echan bastantes siestas a lo largo del día. Para inducir mejor el sueño nocturno deja que tu bebé eche estas siestas en habitaciones bien iluminadas. Por la noche, baja la intensidad de la luz de la habitación, ya sea con reguladores o utilizando luces indirectas que ofrezcan una luz ambiente tenue. Si tras quedarse dormido el bebé se despierta por la noche, no enciendas la luz ni lleves al bebé a una habitación iluminada, ya que esto terminará de espabilarle.
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