No hay una edad establecida para determinar cuándo debe tu hijo dejar sus cunas bebé por una cama normal o cama de niño pequeño. No obstante, la mayoría de los niños suelen realizar este cambio entre 1 año y medio y 3 años.
A menudo es mejor esperar a que nuestro hijo tenga casi 3 años ya que muchos niños se resisten a dar este paso. Con esta edad la cuna ya se le quedará pequeña y, poco a poco, podrás ir convenciéndole para que se pase a la cama. Algunos padres se preocupan cuando sus bebés empiezan a ponerse de pie e intentan “escalar” por los barrotes de la cuna. Este hecho no debe suponer el cambio automático a una cama más grande, ya que algunas cunas permiten bajar el colchón de la cuna haciendo que los barrotes sean más altos y difíciles de subir.
Otra razón por la cual los padres cambian la cuna de su hijo por una cama es la inminente llegada de otro bebé. En esta situación, es recomendable hacer el cambio al menos entre seis y ocho semanas antes del nacimiento del siguiente hijo. De lo contrario, el niño podría sentirse “desplazado” por su hermano, viendo que de repente ha empezado a ocupar algo que antes era suyo. Si de todas formas el niño aún no está preparado para cambiar a una cama, será mejor contar con dos cunas de forma temporal.
Algunos niños se adaptan con facilidad a este cambio mientras que para otros es un paso muy duro. Los primogénitos suelen pasarlo peor, sobre todo con la llegada de sus hermanitos, ya que ven cómo la mayoría de sus posesiones pasan a estar compartidos por el resto de la familia.
Para facilitar la transición, hay que poner la cama del niño en el mismo lugar en el cual solía estar la cuna. A ser posible, hay que mantener las sábanas y mantas de la cuna si encajan dentro de la cama pequeña para hacer el cambio aún más suave. Por seguridad, es más que recomendable colocar barreras de protección para evitar que el pequeño se caiga de la cama.
Otra forma interesante de afrontar esta situación es motivar al niño para que se sienta ya más mayor, inculcarle que por fin va a tener una “cama de niño grande”. Ponerle ejemplos de primos o amigos suyos mayores que ya están durmiendo en camas grandes, hacerle partícipe de la compra de la nueva cama (y de la elección de la colcha por ejemplo, con algún motivo de sus personajes favoritos). De esta forma se convierte una situación complicada en una situación positiva. Si se hace bien, el niño estará encantado de dormir en su nueva cama y la enseñará a las visitas como uno de sus juguetes más flamantes.
Otra opción es utilizar una cama para niños pequeños. Usan un colchón de cuna y muchos traen barandas, pero se parecen más a una cama regular y suelen tener formas imaginativas como coches, trenes, naves espaciales, etc. En cualquier caso, si el niño no se encuentra preparado, no puede dormir bien, se levanta y deambula por la habitación… Hay que considerar volver temporalmente a la cuna y volver a intentar el cambio más adelante.
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