Este verano, atentos: los peligros del sol en la infancia

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Hablar de sol es hablar de vida. Necesitamos sus rayos para vivir y sentirnos bien. La luz solar es la responsable de que aumenten nuestros niveles de vitamina D, se multipliquen nuestros glóbulos blancos o incluso, en exposiciones razonables, de que mejore la calidad de la piel. Pero lo que vale para nosotros, puede ser peligroso para nuestros hijos. El sol puede llegar a ser muy nocivo para los más pequeños, especialmente para aquellos que acaban de nacer. Ellos no deben sufrir la exposición de sol de manera directa bajo ningún concepto.

La época invita a lanzarse a la playa y pasar un día don la familia, pero la piel de tu bebé puede pagar las consecuencias. Su cuerpo aún no está preparado para la exposición a los rayos ultravioleta. Su piel, más fina y sensible, no produce melanina, por lo que están mucho más desprotegidos ante las agresiones solares. Es, además, incapaz de refrescarse por sí misma. Es por esto que una quemadura a edades tempranas puede ser muy perjudicial para su salud.

Además de las consecuencias instantáneas, la exposición al sol puede ser muy nociva a largo plazo. La piel tiene memoria y una mala relación con los rayos ultravioletas en la infancia puede tener repercusiones en la madurez. Cada vez hay más estudios que indican que el desarrollo de melanoma (cáncer de piel) a partir de los cuarenta o cincuenta años está relacionado con la exposición al sol en los primeros años de vida.

¿Solución? Mantener a tu bebé en todo momento a la sombra. Las cremas de protección no sirven, ya que no se recomienda su uso hasta que el pequeño sobrepase los seis meses. Incluso entonces y hasta que cumple el año de vida, no deberá abusarse de estos compuestos. La razón está en sus ingredientes. Los químicos contenidos en ciertas soluciones fotoprotectoras, como el zinc, no son demasiado recomendables y se deben evitar a toda costa. En los primeros meses de vida, la capacidad de absorción de la piel es mucho mayor que en etapas posteriores, por lo que se multiplica la asimilación cutánea de estos elementos.

Pese a la contraindicación, existen maneras de que el sol no suponga un problema para tu pequeño. Tan solo tienes que seguir una serie de patrones de conducta, que dictará tu sentido común. Evitar las horas centrales del día y salir solo por la mañana o a última hora de la tarde hará que su cuerpo se nutra de la vitamina D de los rayos solares, pero de un modo seguro. El vestuario es muy importante: siempre mejor tonos claros o colores vivos que reflejen la luz solar. Y después de una exposición, es recomendable nutrir su piel con hidratantes. Con un poco de cabeza, tu hijo podrá beneficiarse de todo lo que el sol le puede ofrecer de un modo seguro.

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